Kyuzo Mifune (1883-1965) original de Kuji, prefectura de Iwate, comenzó la práctica del judo a la edad de 13 años, mientras cursaba sus estudios de secundaria. En 1903, con veinte años de edad, fue admitido en el Kodokan de Jigoro Kano. Su nivel de dedicación y técnica eran realmente tan elevados que solo 9 años después, en 1912, alcanzó el grado de 6º dan y fue nombrado insturtor del Kodokan. En 1945, cuando tenía 62 años de edad y años después de la muerte de Kano, se le otorgó la distinción de 10º dan, rango que, en aquel entonces, sólo compartía con otros tres maestros más.
Con 1,64 metros de estatura, 46 kilos de peso, llevaba una vida austera, comía frugalmente, no fumaba y se cuenta que dormía en una cama occidental. Sus movimientos y su técnica se basaban en un control extraordinario de los desequilibrios (kuzushi) y; hasta tal punto llegaba el nivel de su técnica, elasticidad, armonía y potencia que le llamaban “el Dios del Judoö. Realmente su judo no solo era producto de su extraordinaria habilidad técnica, sino también de una sensibilidad especial para captar el balance y el movimiento del oponente de una forma natural.
Finalmente en 1965, un cáncer nos arrebató a un gran maestro quien dejó su gran legado por escrito en este texto que tenemos el honor de presentar: El Canon del Judo.
