Como en la dolorosa elegía de Jaime Sabines a la muerte de su padre, el vasto poema de Coco no tiene en su proceso mayores complicaciones: se trata de la descripción de la enfermedad, de la agonía, del deceso y de los días posteriores a la ausencia del hermano, con los dolorosos desgastes, las súbitas esperanzas y las largas fatigas de quienes lo rodean. Entre la llegada al hospital de Michele y su fallecimiento pasa un mes y medio. Escrito entre la ternura fraternal y la tristeza continua, la admiración íntegra y el cruel resentimiento, El don de la noche es un largo poema de sinceridad descarnada, cuyos versos, en buen número de momentos son golpes certeros al rostro, al pecho, al corazón, al alma.