Las relaciones entre el Cristianismo y el Islam se han caracterizado históricamente más por la ten-sión y el enfrentamiento que por la colaboración. No es así extraño que la percepción que Occidente posee del Islamismo, junto a curiosidad, muestre sobre todo temor y recelo. De igual modo, muchos musulmanes tienen una visión deformada y muy negativa del Cristianismo. No faltan tampoco occidentales que muestran hacia el Islam una ingenua fascinación que les lleva a idealizarlo.