Federico Santa (1850-1929) fue uno de esos militares españoles que desempeñaron su carrera profesional en aquella época de finales del siglo XIX y principios del XX, en la que los guerreros habían dejado de tener un papel preponderante en la política, aunque mantenían cierta posición en la corte de un monarca filo-militar como Alfonso XIII. Nacido en Manila porque el destino, el Destino global, el Hado romano, y el destino profesional y particular de su padre, también militar como él, le había llevado a éste a desempeñar todo su currículo profesional en el archipiélago filipino, era conquense por origen y por convicción. Porque en Cuenca había nacido el padre, Eusebio Santa Coloma, que llegó a alcanzar el grado de comandante durante la Tercera Guerra Carlista. Porque el mismo se sabía conquense, y así se lo reclamaba a sus compañeros, con los que hacía gala de ese origen siempre que tenía ocasión de ello. Y porque conquense lo sentían también sus paisanos, cuando en 1914 le dedicaron la calle que se encontraba a las espaldas de la casa familiar, junto a la Puerta de Valencia.