Este libro no es sino un fragmentario insular en la marginalidad constante de mi escritura y de mi vida.[...]
[...]Si he recogido ahora los textos escritos en las márgenes de estos tres libros,
El mono gramático, de Octavio Paz,
Secretum, de Antonio Prieto,
Los caballos del sueño, de Clara Janés,
ello se debe a que ha sido al leerlos, cuando he tomado conciencia de esa marginalidad de lector, que no es sino la plasmación más evidente de mi marginalidad frente al mundo que leo, pero en el que —no estoy muy seguro de ello— no sé si vivo.
Y, también, porque adivino que un entramado secreto de lenguaje los une entre sí, por debajo y por encima —o en las márgenes— de sus ideologías: de la palabra a la mirada y de la mirada a la luz.
De una cosa sí estoy seguro: no sé ni pensar, ni sentir, ni ser —en definitiva— sin el otro; y el otro es siempre una de nuestras márgenes; nuestra margen interior.[...]