La sexualidad femenina ha permanecido como el «continente negro» del psicoanálisis. Éste, en efecto, no podía sino ignorar a esa otra, mujer, que desborda el encuadre de su campo teórico, toda vez que la ciencia del «sujeto» que define no ha cuestionado su sumisión a imperativos lógicos masculinos. Así, pues, era preciso volver a atravesar los textos en los que esa lógica del uno, de lo mismo, se sistematiza como tal. Releer, e interpretar, a Platón, para localizar cómo en él se determinan las metáforas que en lo sucesivo vehicularán el sentido. Seguir el desarrollo de esa historia, de la teoría, y re-marcar dónde y cómo la otra -mujer- se ve excluida de la producción del discurso, garantizando con su plasticidad silenciosa el suelo, el envite, y el límite.