En esta obra Hume formula los dos grandes principios del empirismo clásico del siglo XVIII -la afirmación de que todas nuestras representaciones se basan en la experiencia y el principio de que las cuestiones de hecho, es decir, las proposiciones fácticas, no son reductibles a las relaciones de ideas, sin que quepa establecer una dependencia jerárquica del conocimiento empírico respecto al conocimiento racional-, para centrarse en la crítica de la noción de causa, con todas las implicaciones y derivaciones que el desarrollo de este tema central lleva consigo. La edición se completa con una breve autobiografía que Hume escribió pocos meses antes de su muerte, y que muestra el talante de un hombre que de su vida solo consideró relevante lo que le había acontecido a sus obras.