La presente obra es la más famosa del autor que parece identificarse con el espíritu de esta ave, melancólica, contemplativa junto a los arroyos, apoyada en una pata para ser liviana a la tierra que la sujeta. La acción se desarrolla a lo largo de veinticuatro horas, con un ritmo lento y descriptivo, muy cercano al de una cámara cinematográfica, y delante del objetivo desfilan gran cantidad de personajes, unos ochenta, que representan con gran realismo esa sensación de abigarramiento que se percibe en los cafés y en las calles cairotas. Todo ello contribuye a perfilar los detalles, ya que el autor, prefiere la minuciosidad por encima de cualquier otra consideración.