La madre es la síntesis de la infancia, con sus verdades y laberintos, pero también puede ser la evidencia más nítida del dolor y del sufrimiento. Marisa Martínez Pérsico ha logrado una vertiginosa y conmovedora narración donde confluyen diferentes voces y registros, que trazan una cartografía de los recuerdos cuyo inventario define el carácter de cada protagonista. Con ingenio y destreza logra desentrañar -en el cruce entre la ficción, la memoria y el diario- los asuntos más sencillos y complejos de la condición humana. Desde el derrumbe de lo privado se contempla el desmoronamiento de una sociedad. Así, la infancia se recuerda también como una casa, una ciudad, un país cuyo telón de fondo es la dictadura militar, el Mundial del 78 y la Guerra de Malvinas; pero para los niños la guerra es un juego y es bueno ver a los adultos distraídos con eso. Desde lo más cotidiano se cocinan las grandes tragedias, y la poeta-narradora lo sabido contar sin máscaras y con la honestidad de quien conoce de primera mano el oficio de la escritura. La manos en la madre es un acto de amor, una certeza del afecto con banda sonora de Elvis Presley. Es una verdadera ´cirugía para los recuerdos´ , como se dice en sus páginas. Y , como todo acto de amor, es una forma de perdonar o de aprender a morir.
