Vivimos una época de transformación, en la cual, la literatura, está siendo relegada a segundo plano o convertida en un evento puramente circunstancial, irrelevante, y en competencia con todos los objetos que el mercado nos empuja a comprar, perdiendo así su valor vital y fundamentalmente crítico en la construcción del imaginario general. En este contexto, Patricia de Souza vuelve con esta nueva novela que recorre diferentes zonas geográficas interiores y territoriales. La autora construye un Yo mayúsculo en femenino, con una voz más potente, más alta. Es una escritura rebelde, y la autora lo sabe, por lo que nos conduce de la mano a asomarnos a esos límites del lenguaje. Este libro nos recuerda que la escritura nos integra en una realidad imprevisible, de una intensidad que nos sacude nuestra inercia, alimentada por la rutina y el trajín de la vida moderna. Ir lento, detenerse en los detalles (cada escena es una invitación a obtener otra mirada), como si estuviésemos en lo alto de la copa de un árbol y el mundo estuviese a nuestros pies, latiendo con un corazón alocado por el que circula sangre caliente.