El viaje que a comienzos del siglo IV realizó la emperatriz Helena a Tierra Santa avivó el deseo de muchos peregrinos por visitar los lugares donde discurrió la vida de Jesús. Conocemos la identidad de varias mujeres que se encaminaron hacia los Santos Lugares, como Egeria, de la que incluso conservamos el relato de su itinerario, iniciado en la lejana Hispania. Mención aparte merecen Paula de Roma, Melania la Mayor y Melania la Joven, tres mujeres de la nobleza romana que renunciaron a sus riquezas y adoptaron una forma de vida ascética en el país del Señor. A través de sus ojos, el ambiente humano y espiritual de la Antigüedad tardía revela matices que enriquecen la comprensión de una época esencial para la configuración de Occidente.