... Pero faltará una imagen: la de su persona, a menos que perdure en los recuerdos de centenares, de millares de personas que siguen siendo deudores suyos; si no registran los recuerdos que tienen de él (completamente conscientes de la vanidad de sus esfuerzos para reflejar una pequeña chispa del resplandor ígneo de su personalidad), los elementos que podrían permitir resucitar la silueta viva de Rudolf Steiner se perderá para la posteridad. Esto sería un crimen contra la humanidad, contra todos los que vengan desde sí mismos hasta él en el futuro. El deber de quienes le han visto es fijar al menos algo de lo que antaño hacía nacer en sus almas como ondas de devoción, de asombro, de amor... Andréi Biely