La poesía de María Pilar Cavero nos permite recorrer la sencillez de su mundo cotidiano, al tiempo que lo eleva a un plano superior en el que comparte lo más profundo de los sentimientos, y donde valora cada pequeño detalle y cada momento de disfrute, de compañía, de espera, de partida, de soledad y de recuerdo. Nos presenta sus pasiones y sus vivencias mientras la vida pasa. Se contempla ante el espejo, se observa y reconoce la huella del paso del tiempo, admitiendo que no hay marcha atrás. La serenidad que le proporciona haber amado incondicionalmente le basta y le hace alcanzar la claridad. Su gusto por Omar Jayyam es claramente reconocible en su anhelo del amado y el valor de cada momento vivido ante el inexorable paso del tiempo. Nos invita a vivir con intensidad cada momento que la vida nos trae y nos muestra cómo cumplir con el ritual cotidiano en el que cada parte de sí misma se identifica con el ausente.