Juan Goytisolo nos presenta tres personajes: uno ausente -se trata de una mujer-; el que fue su marido; y un doble de éste, verdadero demiurgo, que le interroga e increpa. Al traspasar la frontera de la vejez, la inminencia del no ser le induce a examinar con una lucidez exenta de todo sentimentalismo y nostalgia las instantáneas de un pasado que se desvanecerà con él.