AA.VV
El relato del presente se construye desde los cimientos de un pasado que en demasiadas ocasiones se sesga y se moldea para acomodarlo a unas determinadas ideas. Pero la Historia tiene la virtud, cuando se aborda desde el rigor y sin prejuicios, de contradecir conceptos, cuestionar lo que creíamos saber y ofrecer nuevas perspectivas sobre nuestra circunstancia. En un tiempo como el que nos toca vivir, donde la crisis en tantos frentes nos lleva a la búsqueda de valores perdurables y de una identidad cada vez más diluida, la Europa de mediados del tercer milenio antes de Cristo nos depara una apasionante sorpresa.
La exposición ¡Un brindis por el príncipe! dedicada a la cultura campaniforme, lejos de mostrarnos una foto fija de pueblos distintos con diferentes idiosincrasias, nos permite descubrir un continente en ebullición, con ricos contactos comerciales y sociales, pero, sobre todo, caracterizado por la implantación de una cultura común entre las élites de lugares tan alejados como Andalucía y Escocia. Estamos, por tanto, con sus peculiaridades, ante una primera koiné de distintos pueblos europeos plasmada en un ritual asociado al enterramiento de miembros prestigiosos de una comunidad y que tiene como representante material al famoso vaso campaniforme.