Un cura se confiesa vio la luz el año 1955 y fue la primera obra significativa de este sacerdote que dedicaría la mayor parte de su actividad y de sus energías a la comunicación. Se trata de una especie de diario, crónica o, simplemente, recuerdos de los primeros cien días de sacerdocio. Cada página invita a vivir la propia existencia con pasión, pero también a dejarse sorprender por todas aquellas personas y circunstancias que pasan cotidianamente a nuestro alrededor. Es en esta cotidianeidad donde resulta posible ver a los otros con generosidad, misericordia y compasión. Un cura se confiesa es, antes que nada, un testimonio de humanidad y de amistad. Por esta razón, la segunda parte de este libro recoge los testimonios de sus amigos más cercanos.