Estas páginas encierran una breve y bella crónica de al-Ándalus, el territorio musulmán que aún habita en la memoria colectiva de los españoles. Territorio que a lo largo de los siglos fue adoptando una extensión variable; durante la dinastía omeya creció hasta tocarse con la cornisa cantábrica y quedó, mucho más tarde, reducido a su mínima expresión en un área que tuvo como símbolo una bella ciudadela, la que milagrosamente se mantiene erguida mostrando al mundo su grandeza: la Alhambra de Granada.