El paisaje actual es el resultado de la acumulación de los diversos paisajes históricos que se han ido sucediendo. Son, por tanto, parte de la cultura material de las sociedades que los crearon. En su formación son esenciales, entre otras cosas, la interacción entre el ser humano y la naturaleza y la forma en la que se expresa en el espacio una determinada formación social.
Desde una perspectiva arqueológica, los paisajes están compuestos por una serie de elementos aprehensibles y mensurables, entre los que se dan una serie de relaciones. Pueden, por tanto, descodificarse, en consecuencia, conocerse. La comprensión del funcionamiento de los distintos elementos y sus relaciones, así como la identificación de la acumulación de los distintos paisajes históricos, hace posible conocer el proceso de formación del paisaje actual y las formas de organización del territorio.
Esta aproximación, no obstante, debe ir más allá de los aspectos meramente arqueológicos, utilizándose para ello una metodología compleja en la que la documentación histórica y el auxilio de las ciencias naturales han de ser fundamentales. Es, pues, necesario aplicar una metodología compleja. El uso de la informática y las nuevas tecnologías es fundamental para realizar una gestión integral del dato histórico-arqueológico de forma precisa y ágil, para que contribuya a proteger el paisaje.
