En su particular devenir, la modernidad se ha visto arrastrada por una singular paradoja. Su afán civilizatorio no deja de cavar su propia tumba como barbarie truncada y adornada, aunque no por ello menos cruel.
Este sitio web utiliza cookies, tanto propias como de terceros, para mejorar su experiencia de navegación. Si continúa navegando, consideramos que acepta su uso.
Más información