Dueño de un mundo muy personal, parnasiano y vitalista a un tiempo, su absoluto dominio del endecasílabo y el alejandrino, pero también, y sobre todo, del difícil eneasílabo y su innegable versatilidad en los más variados registros le convierten en todo un maestro. En esta misma editorial publicó Por la pendiente oscura (1982), tras 25 años de silencio y De los príncipes (1990). Esta antología está recogida por Luis Antonio de Villena valedor y amigo.