Como otros jóvenes de su generación, José María Contreras Espuny tuvo que hacer las maletas y elegir un país extranjero. Luchó admirablemente contra la burocracia y, tras casarse, puso rumbo a Seúl. «¿Qué puede importarme todo esto?», se preguntará usted, futurible lector. Pues resulta que, además de regalitos para la familia, el autor se trajo un ramillete de ´Crónicas coreanas´ que abordan sus experiencias y derrochan humor y pesimismo a partes iguales. Las vicisitudes de un aspirante a profesor en Corea del Sur resultan de interés por lo gozoso de la prosa con que están descritas y por su sorprendente punto de vista –unas veces escandaloso, otras de sentido común–.