Los cuentos recopilados aquí nos transportan a una época anterior a la esclavitud de los teléfonos móviles y a la soledad de un cuarto sin más luz que la emitida por la pantalla de un ordenador portátil. Son historias para leer en las largas tardes de verano, cuando el sol de Andalucía empieza a dejarse caer y tiene lugar ese momento diario en que la magia parece llenar el cielo con una explosión de colores rojizos y anaranjados. Hablan de pasiones imposibles de sofocar, de amores extraños, de sentimientos a flor de piel, donde, la mayoría de las veces, los protagonistas se dejan llevar por sus instintos y dan rienda suelta a sus emociones, entregándose a ellas hasta sus últimas consecuencias. Están enmarcados en un tiempo en que el lobo aún reinaba en las serranías peninsulares, y la Luna, además de ejercer como celosa guardiana de secretos amoríos, marcaba la agenda de labriegos que trabajaban los campos de sol a sol. Cuando todo era más salvaje, auténtico e intuitivo. Un tiempo en que hombres y mujeres, por una madurez impuesta mediante obligaciones familiares y necesidades laborales, eran empujados a seguir sus destinos apenas iniciada su juventud.