En esta obra, Calabrò nos acompaña por las huidizas razones y las oscuras adivinaciones del amor, indagándolas con la exactitud cruel del cirujano y con la abrasadora dulzura de los trovadores. Como cuando el claror del alba lo induce a interrogar la primera mirada de la mujer amada al despertar, o cuando la pasión lo atrae y lo altera, o cuando se detiene en las transiciones secretas de un sentimiento que trasmuta, o cuando aplaca con un verso el dolor de la presencia-ausencia del amor perdido, que seguimos sintiendo a lo largo del tiempo como el de un miembro amputado.