La catedral de Toledo no ha sido nunca un espacio solitario y silencioso. Todo lo
contrario. En las fiestas principales del calendario, la solemnidad no excluía la diversión y los
actos litúrgicos convivían con elementos jocosos y profanos, tales como danzas, bailes de
gigantes, villancicos, autos y representaciones profanas y aun irreverentes y burlescas. Entre
estas manifestaciones profano-religiosas se encontraban la fiesta del obispillo, el canto de la
Sibila, el oficio de pastores de los maitines de Navidad, los autos del Corpus o las
perfomances musicales de seises y clerizones.
Este libro propone un estudio sistemático y global, que tiene en cuenta la elación que
existe entre todas ellas y analiza los cambios que tanto las manifestaciones en su conjunto
como sus elementos particulares experimentaron a lo largo del tiempo. No se trata de ofrecer
una mera descripción estática de estas ceremonias festivas, sino que pretende contar una
historia desarrollada en el tiempo, a lo largo de la Edad Moderna.