A finales del siglo XVIII, los avances tecnológicos experimentados por las industrias creativas impulsaron una revolución del diseño comparable a la que supuso la introducción de los tipos móviles en el siglo quince en Europa. La actividad llamada entonces arte comercial y que hoy conocemos como diseño gráfico nació como una nueva industria, en la que se fusionaban la destreza técnica y la visión artística, el oficio y la creatividad. Surgieron estilos gráficos alternativos con una rapidez asombrosa, mientras los diseñadores descubrían nuevos usos y salidas para sus obras, y el siglo xx asistió al mayor cambio de la historia en los gustos y tendencias del diseño.