Mircea Cartarescu comenzó a escribir «El Levante» cuando era un amargado profesor en una escuela de barrio en Bucarest. Recién casado y con una hija pequeña, escribía en la cocina, sobre un mantel de hule; con una mano tecleaba y con la otra mecía el cochecito de la niña. Concluyó la obra unos pocos meses antes de la caída del comunismo, sin soñar siquiera con la posibilidad de publicarla. El resultado fue uno de los experimentos poéticos más fascinantes escritos nunca: una epopeya heroico-cómica que es también una aventura a través de la historia de la literatura rumana, que sigue la técnica utilizada por James Joyce en el capítulo del «Ulises» «Los bueyes del sol». Con este libro constatamos que Cartarescu es uno de los grandes escritores europeos a quien todo lector exigente debe leer.
