A pesar de la secularización de nuestras sociedades contemporáneas, el arcaico trasfondo simbólico del ser humano no ha desaparecido. Las huellas del sentimiento religioso y de la dimensión de lo sagrado se encuentran hoy en día, ocultas en nuestras prácticas cotidianas. La desacralización de nuestras sociedades actuales, las desviación del imaginario y de la función simbólica han cortado al hombre moderno sus raíces, su identidad y lo han sumergido en un profundo desorden metafísico a causa de la pérdida de sentido, por ello es importante preguntarnos si la crisis que atravesamos podría ser la oportunidad de revivir lo sagrado y así lograr regenerar nuestras sociedades.