En la apertura del mundo árabe moderno a su vecino europeo, el caso español se presenta con tantos atractivos como paradojas y peculiaridades. Desde el siglo XVII -para los marroquíes- y desde el XIX -para los orientales-, España va a ser el único país de entre todos los europeos, que permitirá a los árabes que lo visiten reflexionar conjuntamente sobre lo propio y sobre lo ajeno, sobre el pasado y sobre el presente.