La Religión de la Naturaleza, tronco único de cuantas religiones ha inventado el hombre, se ve hoy encubierta tras los velos sucesivos que sobre ella han ido echando estas religiones, y la Verdad Primitiva, el Templo sepultado que diría Maeterlinck, yace oculta tras de esos múltiples velos o re-velaciones, como la yema del árbol bajo su pérula invernal, o como la verdad trascendente bajo el simbolismo que la recubre. De aquí la importancia que entraña para la Filosofía Natural el estudio crítico y desapasionado de los simbolismos de las religiones conocidas y de aquí también el objeto de este libro.