El arte de Kiefer, Beuys, Richter, Viola, Bacon, Hopper, Klee, Oteiza, Jovánovics; el cine de Kubrick, la arquitectura de Peter Zumthor, la literatura de Sebald sirven al autor para analizar al melancólico, ese ser sensible a lo insoluble e inexplicable y que no considera lo desconocido algo que se puede averiguar con los conocimientos adecuados, sino el centro más profundo de la existencia y del pensamiento humanos.