Corrían los años 70 del siglo pasado y en la universidad nos enamoramos de un autor irreverente, que se asemejaba en gran medida a autores que la historia de la literatura había denominado como malditos. Hablo de Lord Byron, de Oscar Wilde, de Herman Melvilla, de Arthur Rimbaud o de Charles Baudelaire, para no nombrar sino a unos cuantos. Su nombre, Malcolm Lowry (1909-1957), quien había escogido para su vida el camino del alcohol como fuente de creación literaria. Un genio que escribió una de las obras cumbres de la literatura del siglo XX: Bajo el Volcán, una obra siniestra, dolorosa, poética, una tragedia al estilo griego, donde la fuerza del destino es ineluctable y la Furias juegan con los protagonistas como si fuesen marionetas en sus manos alargadas. Pero también una obra críptica, llena de códigos y en gran parte autobiográfica. De la lectura de esta obra nació este libro: Endechas del último funámbulo.