El nacional-catolicismo, con la connivencia de la Iglesia, instauró durante el franquismo el perverso modelo de sometimiento femenino. Lejos de quedarse en la mera descripción de los hechos, Matilde Peinado demuestra que esta vergonzosa realidad no era solo fruto del espíritu del tiempo, sino que respondía a un plan perfectamente trazado para mantener el orden social y consolidar ideológicamente el nuevo Estado.