La impresión más aplaciente que reciben quienes visitan La Rioja es la causada por el carácter jocundo, gozador y compartidor de sus gentes. Los nacidos en ella tienen especial predisposición a organizar fiestas por los motivos más dispares. Prueba de ello es que celebran a San Queremos. El arte va unido a la fiesta. Y la fiesta va unida al trabajo, precisamente para que podamos abandonarlo, radical y temporalmente, sin remordimientos. Toros en las patronales, carnavales -como anuncian cubierta y contracubierta- y también otras muchas fiestas insólitas sin parigual en la geografía española. Este libro da fe de todas ellas, y de la vida y milagros de los artistas riojanos y forasteros allegados que contribuyeron a hacérnoslas ver de otra manera y nos predispusieron a disfrutarlas.