Las epidemias mortíferas han sido una constante a lo largo de la historia. Hasta bien entrado el siglo XX, estaban asociadas a la mala alimentación, la falta de higiene, el hacinamiento y a la inexistencia de sistemas de tratamiento y depuración de aguas. Además, las guerras y los conflictos contribuían a empeorar la situación sanitaria, favoreciendo los contagios y la transmisión de las enfermedades. En este trabajo del sociólogo Enrique Jiménez se abordan las grandes invasiones de cólera en la provincia de Ciudad Real entre 1833 y 1885 y la histórica gripe de 1918, acontecimiento que marcó toda una época posterior.