Menta Polledo se decidió un día llegar, a través de la escritura, a dos áreas o campos de batalla para la palabra. Por una parte, la poesía. Y también, el relato. El relato, ya saben, es esa pieza que puede ser breve en su redacción, pero intensa en contenido. Es texto que invita a la mirada reflexiva, a la seriedad o sonrisa. Al entusiasmo por la lectura. Es el caso de este libro de relatos, Güija junto al mar, que yo llamo o interpreto como relatos con voz de poesía. Lean cada una de las páginas de la publicación. Cada uno de estos viajes, a través de la imaginación o la realidad —siempre desde la viva expresividad—, tienen un mensaje o varios. Y Menta tiene mucho que decir. Debo señalar que me gusta su estilo, porque es un placer quedar atrapado en un relato de versos entrelazados a ritmo de metáfora, o bien de un sollozo sin lágrimas. Nuestra escritora imprime al relato un acento distinto. Así, desde la «veracidad» de sus sueños y figuradamente, describe otros paisajes, singularmente nuestros y de cada lector.
