La presente obra se distingue por una serie de características que vienen siendo tópicas. De un lado, la escrupulosa exactitud de los hechos, frente a las fantasías de Pérez de Hita. De otro la defensa a ultranza del estado filipino, por oposición a los puntos de vista de Hurtado de Mendoza, el cual, como su familia, se muestra reticente a la política de represión a ultranza simbolizada por D. Pedro de Deza y las campañas de D. Juan de Austria.
No obstante, dicho así, Luis de Mármol se queda reducido al papel de cronista vergonzante de una guerra cruel y de resultados desastrosos para la marcha general del país, muy en la línea de lo que predicaba la leyenda negra.
Sin embargo, el autor centrará su atención en cuatro aspectos principales para dar coherencia a la descripción de los hechos. En primer lugar los antecedentes de la rebelión. En segundo los problemas de identidad y aculturación de los moriscos sublevados. En tercero el papel de la intervención turca y norteafricana en la guerra. En cuarto las contradicciones y políticas diferentes que se dan en el campo cristiano con respecto a los medios para acabar con la revuelta y las diferentes visiones mismas del problema morisco.
El autor, nacido en la ciudad de Granada en el primer tercio del s. XVI, era hijo de un escribano de la Audiencia y de una vecina soltera de la ciudad. No parece haber dudas de su linaje cristiano viejo a pesar de las especulaciones en torno a un posible origen morisco del historiador granadino.
Lo importante para nosotros es que procedente de una familia de funcionarios al servicido del estado de los Austrias, Luis del Mármol se incorporó pronto a las tareas militares en los ejércitos del Emperador. Desde 1535, fecha de la empresa de Carlos V sobre Argel, pasó, según sus propias declaraciones 22 años en África con los ejércitos castellanos en diversas expediciones militares y durante siete años sufrió cautiverio en poder de los moros, lo que le permite recorrer una extensa parte del islam norteafricano. De ahí también sus conocimientos de la lengua y cultura árabes de los que hará constante exhibición que aplicará, sobre todo, a su Descripción del África.
Después de esa etapa permanece en el mundo islámico y llega hasta Egipto. Parece que igualmente, estuvo en las campañas italianas de los ejércitos imperiales en la segunda mitad del s. XVI.
Sea como fuere, este incansable viajero estaba en el reino de Granada, ya mayor, en la época de la rebelión de las Alpujarras.
