Testigo presencial, e incluso involuntario protagonista, de la cesión del Sáhara occidental a Marruecos y Mauritania. El Sáhara sigue siendo el último territorio africano pendiente de descolonizar y el problema se ha enquistado convirtiéndose, primero, en una guerra entre Marruecos y los saharauis -Mauritania fue pronto derrotada por éstos- y luego en un problema endémico con negativas consecuencias para todas las partes implicadas: para Marruecos, a quien la comunidad internacional niega la legitimidad de su ocupación militar; para las Naciones Unidas, incapaces de resolver el entuerto; para España porque, lejos de haberse librado del mismo, el contencioso sigue envenenando las relaciones con su vecino meridional; y, por supuesto, para el pueblo saharaui, separado de su patria por un muro tan inhumano como lo fue el de Berlín y lo es el de Cisjordania, y obligado a un interminable y desesperanzado exilio. Un testimonio de primera mano a cargo de alguien que estuvo allí y que, al cabo de 35 años, nos desvela, por vez primera, la auténtica realidad de lo que sucedió aquel otoño de 1975.