JUAN ANTONIO DELGADO DE LA ROSA
José María Díez-Alegría. Su humor fino y transcendente le llevaba a comentar que veía muy poco del ojo izquierdo y que oía escasamente del oído izquierdo, preguntándose si con ello Dios quería revelarle algo. Estamos ante una figura relevante del siglo XX: su pensamiento filosófico, su teología en broma y en serio, su forma de estar comprometido junto a los obreros, a los más frágiles Todo ello representó una forma original, novedosa de construir Iglesia, sociedad, comunidad Díez-Alegría se doctoró en Filosofía por la Gregoriana de Roma, luego hizo un segundo doctorado en Derecho en la Universidad Central en Madrid, pero jamás se doctoró en Teología. ¿Nos quería decir algo con esto? Su tercer doctorado fue la calle y sus gentes sencillas, obreras, desposeídos de los bienes de la tierra madre. Puso a su servicio lo mejor de sí: su intelectualidad, su visión del mundo, su vida marcada por la búsqueda de un socialismo humanista, una teología liberadora intercontinental, una antropología en la que subyacía la esperanza de forma inexorable. En 2018 se cumplen 90 años de su primer encuentro con la Compañía de Jesús, en la que estuvo desde 1928 hasta 1975; en 2018 se cumplen 40 años desde que el Cardenal Primado de España y Arzobispo de Toledo, Marcelo González Martín, prohibiera una conferencia que sobre el tema de la Constitución iba a pronunciar José María Díez-Alegría en una parroquia de San Andrés de Talavera de la Reina, titulada ´Orientación cristiana sobre la Constitución´. También se cumplen 40 años desde que escribiera Díez-Alegría su obra Proceso a la violencia. Se cumplen también 30 años de sus comienzos como presidente de la ´Asociación de teólogos/as Juan XXIII´. Todos hitos relevantes, en todos ellos quiso aportar luz para intentar avizorar qué mundo estábamos construyendo y dar una palabra de aliento al abatido.