Desde que en la década de los 80 se despertó entre los medievalistas el interés por los estudios de historia urbana, el análisis del territorio en el que se inserta y que depende de la ciudad medieval ha ocupado un lugar prioritario en cualquier estudio monográfico sobre la misma. A pesar de la variedad de enfoques, en esta obra se propone una nueva perspectiva en la que se prima el sistema de relaciones que vincula a la ciudad con los diferentes asentamientos de su entorno regional. Un sistema de relaciones, fundamentalmente económicas —sobre todo porque a ellas aluden mayoritariamente las fuentes conservadas—, pero también políticas, administrativas o militares, que acaba definiendo un conjunto de regiones donde se proyecta la centralidad del núcleo urbano y donde Burgos ejerce la capitalidad en un sistema de asentamientos jerarquizados.