«Somos lo que nos han hecho, lentamente al correr los an os», escribio Mari a Teresa Leo n. El problema es que la sociedad, al correr los an os, solo valora un tipo de poder: el poli tico que va unido, o busca, al econo mico. El feminismo ha pasa- do de enarbolar la bandera del pacifismo y de la defensa de los derechos civiles que caracterizo a las sufragistas (. . .) a considerar la toma del poder como objetivo principal y ne- cesario para alcanzar la igualdad. Olvidan que las mujeres tienen poder o, mejor, deberi a decir poderes. Uno de estos poderes, el de las artistas es, parafraseando a Nietzsche, el poder de una maga que cura y que salva, el poder de lo sublime para someter lo espantoso. Ese poder me interesa.