POEMA Nº 14 El apático rebusca entre sus viejos libros signos que ofrezcan definitivas respuestas a una pregunta por hacer. En el puerto viejo un ave planea con las alas extendidas, deja que la corriente del aire la eleve y la descienda apenas sin resistirse. De forma aleatoria escoge un tejado donde posarse y mirar la lámina de agua y espuma. Un libro entrega, en el final de la tarde, una mirada con perspectiva y una cierta serenidad para la búsqueda sin norte.