«Comunícase Dios con tantas veras de amor, que no hay afición demadre que con tanta ternura acaricie a su hijo», afirma san Juan dela Cruz. Es este uno de los hilos más poderosos que recorren, demanera furtiva, la obra de nuestro místico: la infinita ternura deDios-madre. Dicha ternura es la atmósfera que se respira en su prosay en sus versos. Y a su vez, está íntimamente conectada con otrapalabra mágica que es «atención»: clave de la experienciacontemplativa más genuina. Esa que Juan de la Cruz ha condensado endos palabras seductoras: atención amorosa. La experiencia de Dios noes solo una cuestión de «atención plena» (o mindfulness). Es muchomás. Es atención «amorosa». Es atención a una Presencia. A unaPresencia infinita de amor y de vida.