Las dos patas del perro tiene la apariencia de una novela policial –ciertamente, hay un crimen-, pero, como nada es lo que parece, también podría agregarse que es una novela de amor, y como eso también resulta insuficiente, le añadimos un poco de mitología, una dosis de cuestionamiento social de los medios, una vuelta de tuerca al paquete narrativo y tenemos una intrigante trama donde discurren personajes de este tiempo, cargados de subjetividad, que se permiten vivir las emociones en medio de un urbanismo que parece fagocitar el afecto. Borges se permitió cambiar el paradigma de lo policial, y en esta novela María Vilalta arregla la trama para que pertenezca a varios géneros y a ninguno en particular; pero con maestría nos atrapa desde la primera línea para que cuestionemos el papel que elegimos en los tiempos que corren. ¿Meros avistadotes de lo que pasa alrededor o tomamos el mundo entre los dedos para que el cordel de los sueños se cumpla? Eso, en definitiva, es quizás de lo que trata la novela.
