Desde niña escondí poemas en los cuadernos. Me ocultaba sigilosa en las palabras y, al releerlos, con eso que un cierto rubor me sonrojaba. Cuando los años me rejuvenecieron el alma, volví por los mismos senderos de la Infancia. De nuevo comencé a escribir sobre la vida, la observaba con atención intentando comprenderla. A estas alturas ni siquiera he conseguido vislumbrar la meta. Vivo refugiada en las palabras tratando de encontrar entre la niebla preguntas y respuestas. En constante desasosiego también me he buscado y admito que he vuelto a perderme en los cuadernos. Por eso he decidido mostrarme a ti, lector anónimo, sin disimular ningún secreto de los que ocupan mi mente cuando contemplo al ser humano deambular por este mundo sin cabeza. Te ofrezco el resultado de un trayecto que acumula más dudas que certezas.
