CONTEMPLAR LOS SENTIMIENTOS DE LA MADRE. Guiado por la excepcional pluma de Pemán, el lector se acercará a María desde una perspectiva nueva, íntima, recorriendo con Ella los acontecimientos que marcaron su vida. María fue la grande, la suprema contemplativa. Cuando el Evangelio -apenas un par de veces- se vence e inclina hacia la intimidad de María, la pluma de Lucas anota sobriamente: ´María, empero, conservaba todas estas cosas dentro de sí, ponderándolas en su corazón´. Así (2, 19), después del nacimiento maravilloso: ´Y su madre conservaba estas cosas en su corazón´. Así (2, 51), al hallarlo en el Templo. Y así, seguramente, aunque no se nos diga, en todos los demás pasos de la vida de Jesús a los que Ella asistió o a los que conoció por la referencia de los discípulos que no tendrían a la Madre ausente de los sucesos del Hijo.