Claire creció en una granja de Cantal. Descubrirá París mucho más tarde, cuando vaya a estudiar a La Sorbona. No servía para los trabajos del campo, pero sobresalía en la escuela. Sabía que los libros le permitirían escapar del fin del mundo . París, para ella, será un territorio habitado por extrañas criaturas, como las chicas de pantalones de colores vivos. En La Sorbona se siente una intrusa durante mucho tiempo. No se atreve a hablar de su hogar, pero no por vergüenza, sino por no saber cómo hacerlo comprensible a esos compañeros que confunden campos con prados. No olvida nada de ese ambiente, pero poco a poco va haciendo su vida en la ciudad. En la escritura de Marie-Hélène Lafon no hay quejas. Su mirada lúcida, concentrada, enérgica y hermosa deja constancia de lo que fue y ya no volverá.