La obra analiza la gestión de los virreinatos americanos durante el valimiento del Conde-Duque de Olivares, en el marco de la Monarquía Hispánica entendida como un sistema de múltiples interrelaciones. Procurando superar el silencio historiográfico en el que permaneció el papel concedido a las posesiones transatlánticas por los poderosos favoritos reales de la primera mitad del siglo XVII, esta obra demuestra que la política indiana de las décadas de 1620 y 1630 representó un elemento importante de la agenda del valido, que, al mismo tiempo, condicionó y fue condicionada por los sucesos del mundo hispánico.