Este texto marca el giro en el que Foucault abandona la primacía discursiva, la primacía de la arqueología, para elaborar el método genealógico que constituye el primer paso hacia un análisis del poder. El genealogista examina las relaciones entre el poder, el saber y el cuerpo en la sociedad moderna, y establece un diagnóstico. Podría decirse que este ensayo contiene el germen de su obra de los años 70.