Yo era una mujer felizmente casada, con dos hijas maravillosas y un marido estupendo. O eso creía. Hace seis años descubrí que me estaba poniendo los cuernos. Así que dejé de estar felizmente casada. Me divorcié, me compré un piso tan lóbrego como mi alma y me mudé con mis hijas. Comencé una nueva vida en la que estaba muy cómoda hasta que llegaron ellos. Sí, dos a falta de uno. Así que me estoy planteando tener un affaire. Bueno, dos en realidad.