Suele decirse que cuando se tiene un ´por qué´ para vivir , se soporta casi cualquier ´cómo´. ¿Cómo se alcanza ese por qué? Ese ´por qué´ nos da sentido a la vida. Vivir nuestra vida es compartirla. Realizarla de manera plena es sentirla en el contacto y dedicarla a los propósitos que contribuyen a configurarla bien. Solo en la confluencia de ambos avatares, los de nuestras nostalgias y los de nuestros anhelos, podemos asumir nuestra vida en su sentido auténtico. Sólo así es posible ´desplegar´ su destino en la plenitud de su forma.